La conoció en un bareto de Malasaña, y ya en su casa le arrancó la camiseta provocativa, los pantalones entallados, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, el liguero, las pulseras y los collares, el sujetador, el maquillaje, y al quitarle las gafas se quedó completamente solo.
La naturalidad es lo más bello y gracioso que hay.
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